lunes, 25 de julio de 2016

Los americanos y la erótica del vino

Seguro que habéis visto algo así en más de una película y más de dos. Esposo y esposa, novio y novia, dos que se querían camelar... cualquier combinación de éste estilo. Pero nada de "aquí te pillo, aquí te mato", no. Primero hay que respetar el ritual yanki, y éste ritual pasa por una cenita de algún plato que suene a decadencia europea, especialmente si antes se deben cortar verduras en juliana, pero lo que no debe faltar es el vino. Tinto, para más señas, y en una copa tan grande que parece un decantador.

Ésta noche John seguro que se pincha a su mujer. ¿Que para qué tanta parafernalia si ya están casados? Hay que beberse un vinillo para ponerse tontillos, que eso de follar por que si a media tarde y vestidos de estar por casa es de decadentes europeos... o de rednecks.

Ahora seguro que estaréis pensando. ¿Bueno, y que tiene que ver una cosa con la otra? Es decir, a todos nos gusta marcarnos una cenita con nuestra media naranja, y más si nos queremos tirar el moco como maestro cocinillas en nuestros ratos libres.

Pero una vez más nos encontramos, lamentablemente, con una de esas cosas que "parece que no pero es que sí" tan propias de los estadounidenses. Hay evidencias sobradas para apoyar que el yanki de a pie considera el vino como un filtro de amor, que se consume únicamente en un ritual de apareamiento o cuando queremos que nos aflore el monstruo sexual interior.

No es ninguna coña. Recordemos que según el calvinismo el hombre es una bestia bruta que se mantiene en calma gracias a las normas sociales (y la religión). Ponerse hasta las patas de beber es una invitación al desenfreno, a dejar salir ésta bestia que anida en nosotros.

En el famoso episodio de los Simpsons, "El Bob italiano", el actor secundario ofrece vino para que lo beba Lisa a pesar de las protestas de su madre. "Por un poquito no pasa nada".

Podríamos dedicar otra entrada al tema de los yankis y el beber, por que el asunto tiene mucha miga. Baste decir por ahora que no existe en éste país, y en normas generales, la cultura del "beber alcohol como un gourmet", simplemente para deleitarse con su sabor, pero controlando la dósis bebiéndose una o dos copas a lo sumo. Ellos parecen pensar en aquello de "cuando tus labios tocan el alcohol, estás perdido". Parece que se trata de una cuestión de prestigio monetario, de consumismo feroz. "Ahora voy a beber, y como tengo el dinero suficiente como para emborracharme, lo hago". ¿Beber para no emborracharse? Es algo que, al parecer, jamás entenderán.

Nuestros padres y abuelos (hablo de la cultura mediterránea) todavía se beben una pequeña copa de tinto con los platos de cuchara, y prueban el blanco para acompañar los pescados. Lo mismo hacemos en comidas de gala, como bodas, comuniones y similar. Ésto, según el teorema norteamericano, nos convierte en unos degenerados. ¿Para que bebemos vino comiendo si nuestro propósito no es el de fornicar rabiosamente con la persona que está al otro lado de la mesa?

En el mismo capítulo, Bart indica que "el borracho del pueblo" (en la Toscana) solo tiene dos años. Obviamente, si beben vino en las comidas es para ponerse ciegos. ¿Para qué si no?

Ya comentamos que las señoras pizpiretas y wasp suelen, en las barras y estrellas, darse un baño con espuma mientras se toman una copa de vino (y hemos de imaginar que con final feliz). Pero el ritual del vino merece bien éste artículo. El vino, auténtico afrodisiaco, es una de esas cosas de europeos decadentes que se ha interpretado muy mal. Muy, muy mal.

Para muestra, como suele decirse, un botón. Una elocuente escena en el capítulo 13 de la segunda temporada de Prison Break, "Rodeados", nos muestra una conversación entre el infame T-Bag, que se quiere camelar a una tal Denise. Para tratar de tirarse el filete con ella y quedar para una cita romántica, mientras están comiendo en un diner nuestro recluso favorito hace la siguiente apreciación:

T-Bag quiere meter cuello... ¿Y que mejor manera si no hablar de vino con una mujer?

T-Bag: ¿Has estado alguna vez en Italia? Verás, en Italia beben vino todos los días con las comidas. ¿Y que hacemos en éste país? Empujamos la comida con cafeína, bebidas con gas y jarabe de fructosa. Ya no nos paramos a disfrutar de las cosas buenas. Denise, tu... ¿Me harías el honor de disfrutar del resto de tu comida conmigo?
Denise: (Se ríe) Me encantaría.

Si a estas alturas de artículo todavía no estáis convencidos, vamos con un par de referencias más. El vino como filtro de amor, aún dentro del propio matrimonio, o para fortalecer su sexualidad. Ante las quejas de Marge de no tener aficiones comunes con Homer, en el episodio quince de la temporada 15 de la serie de Matt Groening, "El día de la codependencia", la familia visita el valle de Napa para que los niños conozcan el rancho de la Guerra de las Galaxias. Mientras, Homer y Marge disfrutan del tinto servido en uno de esos famosos viñedos.


La frase de Homer al probar el vino habla de forma elocuente: "Agradable aroma, mucho cuerpo, buena añada... Y el vino tampoco está mal". Se ríen, y por su abrazo queda implícito lo que en casa puede pasar.


Otra escena en una serie de animación, ésta mucha más bestia y actual, "Padre made in USA", nos muestra otra escena de cata en una casa de vinos. 



En el episodio quince de la temporada cinco, "Seguro de esposa", Roger y Francine terminan en una cava donde se ponen hasta el culo de vino. Tras un incidente protagonizado por un baboso, en el que Roger defiende a Francine dándole un puñetazo al tipo, y pasar por otro bar, los dos Smith terminan en un hotel donde ambos, borrachos como una cuba, se tiran en la cama... Y pasa lo que tiene que pasar.

Vale que inmediatamente se arrepiente, pero... el vino es para lo que es.

Así que vosotros, insensatos europeos, no consumáis vino si no es para emborracharos como un mono o para tener un momento baum-chica-baum-baum... ¡Degenerados! La guía del norteamericano tópico ha hablado... podéis retiraros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario