domingo, 7 de agosto de 2016

Los españoles y Marvel Comics


Marvel comics, no hace falta presentación para una de las editoriales de comics más famosas del mundo creada en 1939.

Respecto a lo español, empezamos como siempre ¡con toreros! Casta, bravura y trapío o quizá no... el primer español es Manuel Eloganto El Matador (1964) de la serie Dare Devil (1964) un garrulo (no hay otra palabra) que decidió que la mejor manera de prosperar era irse a Estados Unidos con atracos en traje de luces en uno de los episodios más chorras de la historia de Matt Murdock, por lo surrealista de las situaciones. Este personaje apareció esporádicamente en diversos números sueltos y tuvo una mención en el Marvel Legacy: The 1970s Handbook #1 (2002).

Siguiendo la estela y como renovación del primer matador aparece Juan un segundo Matador en el Daredevil Vol.II Nº89 (2006) contratado por Vanessa Fisk junto a otros supervillanos para acabar con Murdock. ¡Pero lo mejor es que torea con leones! Si saliese en la serie de TV sería la leche, digno de una película de The Asylum.

Pasamos ahora a Los cuatro fantásticos (1961) y el maligno personaje Diablo cuyo nombre es Esteban Corazón de Ablo (1964) un maquiavélico alquimista zaragozano que vendió su alma al demonio Mephisto en el s.IX para alargar su vida. En la época contemporánea, engañó a La Cosa para tenerla a su servicio y se dedicó a vender su química internacionalmente haciéndose de oro y consiguiendo un ejército leal de seguidores hasta ser derrotado por el cuarteto. También sería enemigo de otros héroes como Spiderman.
Reaparece una su versión más moderna en el número 39 de Ultimate Fantastic Four (2004) con el nombre de Menéndez Flores.


En la década de 1970, tenemos a ¡Águila! Una copia del zorro en versión garrula que comenzó su carrera justiciera en Power Man and Iron Fist #58 (1979). Este madrileño, de nombre Carlos Montoya,  descubrió en su niñez que tenía poderes eléctricos y como muchos otros decidió irse a EEUU para hacer el bien, siguiendo los pasos de Aquila, un antecesor del s.XIX de nombre Paco Montoya que apareció en Original Ghost Rider #15 (1993), y como se puede ver es una mezcla de Zorro con Curro Jiménez.
Águila tiene una prima, Migdalia, cuyo pueblo fue asaltado por Miguel Provenza alias "El Conquistador" es uno de sus enemigos y paisano además. Con estética de gladiador se trata de un mutante mafioso que extrae sus poderes de las plantas y la tierra; puede aumentar su fuerza, animar los árboles o hacerse gigante. 

El Tragafuegos, en 1998 tuvo un breve encuentro con Spiderman con más pena que gloria. Por otro lado, en el número 18 de la serie de corte juvenil Amazing Spiderman (2009), Spiderman viaja a Cádiz en persecución de Bullseye y Rino, paseará por el puerto y acabará toreando con una bandera española al cornudo villano. Aún no he tenido oportunidad de visitar Cádiz ¿existe algún edificio lo bastante alto para desplazarse con telarañas?

 Y por fin en el s.XXI, una parte de las aventuras de la Patrulla X en X-treme X-Men (2002) transcurre en Valencia. (La imagen que adjunto son diversos momentos sin coherencia para mostrar el contenido) Y  allí se las ven con la Benemérita en concreto por "La Fuerza de Acción de la Guardia Civil". Tienen la base secreta bajo Les Torres del Serrans la puerta interior de las torres es un holograma para el acceso a la misma, cuantas veces habré pasado por ahí de fiesta y no me he dado cuenta del truco.  ¿Y cómo es esto? Pues porque la serie era dibujada por el valenciano Salvador Larroca, e hizo varios guiños a su tierra natal. Por ejemplo, el siguiente fue en Invencible Ironman (2007) aparece La Ciutat de les Arts i les Ciències como las nuevas instalaciones de Industrias Stark en Valencia. ¡¡Ahora resulta que trabajo para industrias Stark y no lo sabía!! Pero ojo, en Marvel no es oro todo lo que reluce ¡Salir en los cómics Marvel implican catástrofes! No hay más que verlo, aunque es toda una justicia poética a las monstruosidades del arquitecto homónimo.

 En la serie The Ultimates (2005), que trata sobre Los Vengadores. En él aparece los cuatro miembros más fuertes de la Iniciativa de Defensa Europea, entre ellos el Capitán España (junto a Capitán Britania, Francia e Italia), cuyo nombre real es Carlos Fraile. Un metahumano de carácter abierto y simpático con poderes de origen biomecánico, con nano-robots y ciertos implantes musculares, que le dieron capacidad de volar, grandes niveles de velocidad, invulnerabilidad y superfuerza. Fue enviado para noquear a Thor cuando enloqueció.

Y ahora el mejor para el final, Magneto de los X-Men vestido como el Rey Juan Carlos de Borbón en el especial 'The Pulse: House of M Special', (2005), en un calco de una de las fotografías oficiales con el traje de Capitán General de los Ejércitos de España.En esta serie, una de esas realidades alternativas (What if...?) que tanto gustan en Marvel y DC para jugar con sus personajes, Magneto es el Rey de los Mutantes. Parece que desde Marvel sus ilustradores se inspiran en fotografías reales para sus portada e imágenes promocionales o al menos esa es la explicación que dio la editorial sobre la imagen realizada por el ilustrador Mike Mayhew. O quizá es que como son republicanos de toda la vida se inspiran en personajes de la realeza para los personajes malos o veletas, caso último de Magneto.
Pero el tema volvería a dar guerra, esta vez en el videojuego Marvel VS Capcom 3 (2011) ya que Magneto reaparece con el mismo traje. De nuevo, la Casa real interpuso sus quejas y exigencias por afrentas a la imagen y dignidad del rey, y el lanzamiento del DLC se retrasó varios meses y sin aparecer dicho traje.


Como anexo y en DC.
Existe el comic de Batman en Barcelona. El Caballero del dragón, episodio bastante olvidable dónde en busca de un supervillano reptiliano, donde aparecerá La  Sagrada Família, el Parc Güell y la Casa Batlló, y acabará envistiéndo a la draconiana bestia cual Sant Jordi con lanza en ristre ondeando la Quatribarrada en un paralelismo de lo más "coent".


Próximo artículo: Japón y España a través de los videojuegos (II): Flamenco, sevillanas, castañuelas y ¡olé!

sábado, 6 de agosto de 2016

Demasiado temprano para beber

Seguro que habéis escuchado esa frase en mil y una películas y series. Hacer un desglose de referencias sería tan tedioso como contar las gotas del mar. "Es demasiado temprano para beber" es, quizá, una de las frases estrella del tipiqueo cultural estadounidense, un abismo dialéctico y cultural que nos separa de éstas bárbaras costumbres. Y sin embargo, como todo lo malo se pega, hasta las venéreas, ésta frase comienza a ser escuchada en otros países donde nunca antes se dijo semejante gilichorrez.

Hay que entender, primero, el por qué y dónde estriba la diferencia. Recordemos que en muchos países católicos y hasta hace dos días, nuestros abuelos empezaban el día con una copita de aguardiente antes de desayunar, o se tomaban un café "de carajillo" bien cargado. Todavía existen muchas variantes de ésta combinación, nacionales o internacionales, como el café irlandés o el famoso asiático de Cartagena. ¿Eran todos nuestros abuelos unos borrachos depravados?

Hemos hablado en una entrada anterior del tema del vino y como su consumo en Estados Unidos se asocia principalmente a la mujer, para tomarlo sola o en una cenita romántica con la pareja. Ahora entraremos en materia, sumergiéndonos directamente en las profundidades más abisales de la americanidad.

Hay detalles que lo dicen todo, y que solo se entienden a través de la particular legislación norteamericana. Recordemos que durante trece años, de 1920 a 1933 el país de las barras y estrellas decidió, voluntariamente, tener un arrebato de puritanismo y prohibir la venta, consumo y transporte de alcohol en todo su territorio. Fue la época de la Ley Seca, de Al Capone y las mafias que traían whisky de contrabando desde Canadá y fabricaban matarratas nacional para colocarlo a precio de oro. El tiro, sin embargo, les salió por la culata.

"Usted no es de Chicago", decía el pobre señor Costner (que tanto se esforzó en Waterworld). La mítica película comenzaba con una redada de la policía a un almacén lleno de cajas con la hoja de arce roja.
La herencia de aquella era se deja sentir todavía hoy. El alcohol es visto como algo inmoral o que fomenta la inmoralidad. Todos recordamos al padre de Jenny, la eterna novia de Forrest Gump, al que se le iba la mano (y algo más) con su hija cuando se pasaba con el morapio. Un arquetipo que se repite una y otra vez en las producciones norteamericanas.

Por eso, la edad legal para comprar alcohol se sitúa en los 21 años. Muchos estados, de hecho, prohíben la venta de alcohol de alta graduación fuera de licorerías, y otros muchos regulan un horario o directamente impiden la venta de cerveza y vino (que se suponen de menor graduación) en supermercados y tiendas de alimentación. ¿Os acordáis de esos jóvenes que se sacan un dinero esperando en la puerta de las licorerías para comprar alcohol para cuatro adolescentes salidos que le pagan a la entrada como si estuvieran traficando con coca? Todo un clásico.

Cuando no están salvando el mundo de ángeles caídos, Jay y Bob el silencioso se dedican a traficar en la puerta de éstos establecimientos. Aunque ellos diversificaban el negocio con un poco de hierba, chicos listos.
Las licorerías, esos establecimientos... Aunque a los españoles nos resulten algo alienígenas o generalmente anecdóticas. Con supermercados saturados con todo tipo de alcohol, no podemos imaginarnos el problema en toda su dimensión. Locales pequeños, con persianas o barrotes, donde se vende alcohol siempre pidiendo el carné de conducir (que en esas latitudes funge como carné de identidad) si el que compra no parece un hombre de pelo en pecho o una mujer de armas (automáticas) tomar.

¿Os imagináis vivir en un estado donde si queréis algo más fuerte que una Budweiser tenéis que pasar por éste lóbrego lugar donde os van a tratar como a un criminal potencial? Da hasta escalofríos pensarlo...
Ésto es, sin embargo, lo que espera al yanki medio si decide comprar alcohol "barato" para beberlo en su casa. Pero, ¿Quien bebe alcohol en su casa? Recordemos que no está bien visto beber a la hora de comer, así que la cervecita ocasional se asocia a ver un espectáculo (aunque sea delante de la pantalla) y se acompaña con unas patatas o un perrito caliente. El vino, pues... jejejeje... ay piratón. Sin embargo, recordemos que el buen amo de casa norteamericano ahoga las penas con unas cervecillas, al más puro estilo de Homer Simpson o Peter Griffin, aunque a veces se les vaya la mano.

La cerveza, tema aparte, es un producto muy manly (masculino, para los de la LOGSE) y tiene una disculpa. ¿Que beben los rednecks o los moteros que precien, cubatas? ¡Ja! Eso, como diría Clint Eastwood, es propio de "una sociedad de mariquitas". La cerveza, sin embargo, se empuja generalmente sola, un tercio tras otro o en jarras o vasos tan grandes que si se los tiras a alguien a la cabeza, lo matas.

Beberse unas jarritas en el bar de Moe es cosa de hombres. Todos sabemos que el baño de mujeres es la oficina donde Szyslak guarda sus trofeos de boxeador de los gloriosos años "del pinchillo".
El alcohol es una cosa social, que se consume en manada y por motivos varios: hacer amigos, ligar, olvidarse las penas, molar en una fiesta, desfasar en el bosque con tu pickup o correrte la juerga de tu vida en casa de tus papis cuando ellos están de vacaciones.

Décadas han pasado, largas como eras de los hombres, pero la fiesta adolescente o la parranda de la hermandad de la uni siguen siendo esencialmente lo mismo: ponerse hasta el puto culo, buscar a una incauta y encamarse a toda costa. ¿Donde estás, Steve Stifler? Te echamos de menos, campeón.
Todos hemos pasado por rituales sociales, y todos (o casi todos) hemos desfasado en algún momento. ¿De que estamos hablando aquí, entonces? La asociación está clara, y es que beber, para un norteamericano, es sinónimo de borrachera rápida. ¿Por qué? Dejemos que una compañera bloguera, una estadounidense que pasó una temporada en un pequeño pueblo de Extremadura, nos lo cuente:

A lo mejor esto es por lo que los españoles pueden divertirse toda la vida. Me gradué en una de las universidades más fiesteras de EE.UU. La mentalidad era que si no podías beber, no salías. O chupitos o agua. Una noche de fiesta normal en América va así:
Chupitos de alcohol antes del partido. Cuando estás lo bastante borracho, ir a un bar. Beber más. Después, ir a la discoteca. Más chupitos. Al borde del desmayo. Triunfo. Ir a casa.
MAL MAL MAL. GENTE. ¡¿QUÉ FUE DE DISFRUTAR DE LA COMPAÑÍA DE LOS DEMÁS?! En serio. La gente de mi pueblo (Fregenal de la Sierra) bebe. Pero no para emborracharse. Para socializar. Y si pasa que te emborrachas, pues pasa. Pero a un ritmo natural y humano. Eso explica por qué la gente en EE.UU. dura hasta las 2 de la mañana, mientras que aquí la gente sale hasta el amanecer. ¿Y lo mejor? Puedes ver el amanecer con tus personas favoritas…
Seguro que en éste momento os estáis acordando de bar Coyote, y de que siempre que veis a un yanki pidiendo una copa en una película no se pide un cubatilla ni una birra, no. Se calza un cocktail con más graduación que un mariscal de Corea del Norte. Y luego se pide otro, y otro y otro...

Repasemos, a grosso modo, las situaciones en las que un norteamericano puede beber y de hecho se pone hasta las cejas:


  1. El barecillo con los colegas después de trabajar. Hay series sobre eso, por que todos nos acordamos de Cheers, del Bar de Moe o la Almeja Borracha. Hasta Barney Stinson se metía unas buenas jarras de birra con sus amigotes. En un sitio así hablas de la vida, te tiras el moco con mujeres descuidadas (quizá llegando a perpetrar un "pernocta sin sexo") y socializas con tus semejantes, reforzando tu pertenencia a una determinada clase social, raza o cultura (nada de beber con muertos de hambre, paletos de pueblo o "espaldas mojadas").

    Los neoyorquinos jóvenes, blancos y de clase media-alta no beben solos en sus casas. ¡Eso es de pobres!

  2. La típica fiesta de adolescentes que te convierte en "megaguay de la hostia en bote" por organizarla en tu casa. Objetivos prioritarios: chicas solteras. Existen las variantes de fiesta en el bosque y fiesta de hermandad. Todas terminan con varios ingresos en el hospital del condado por coma etílico y algún que otro virgo echado a perder.


  3. Consumo de birra en bares de mala muerte y locales de moteros en los que iniciar la típica pelea a puñetazos dondse se termina sacando alguna navaja, una pistola o un Walker salvaje que aparece para darles la paliza padre a todos a base de patadas giratorias.


    A veces la cosa se va tanto de las manos que no termina hasta el amanecer...
  4. Una variante del punto dos es el consabido ritual del "traga, traga, traga". Los concursos de beber durante las fiestas que pueden llevar al coma etílico y que se han importado a éstas latitudes con un éxito tremendo. Dios nos pille confesados...

    Los militares lo practican a otro nivel. God bless America...

  5. Si eres un redneck, puedes beber cuando quieras. Especialmente si estás en una mecedora en el porche de tu casa con tu perro al lado, una escopeta apoyada en la pared y un licor en una jarra de cerámica con tres X pintadas en negro. Eso de vivir de ayudas sociales te convierte, al parecer, en un borracho de pata negra.


  6. Viendo el partido, en casa o en el estadio. Formato de "mini" como mínimo, que luego hay que volver a casa en coche y si no te calzas un par de litros la policía de carreteras no tendría trabajo.
    Ánimo, campeón, que vas por la tercera. Así te olvidas de que el partido está siendo un poco flojete...
  7. En el pub o disco, ya para rematar la noche. Allí es donde van a ligar los carcas, o sea, los que no son adolescentes y perdieron el tren en la fiesta de fin de curso al no ligarse a una animadora... ¡Fracasados!

    A lo mejor te pinchas a la camarera o lo mejor, lo más seguro, es que te vayas a casa borracho y con la marca de una buena hostia en la mejilla

Entre éstas opciones, que no son pocas, notaréis grandes omisiones. ¿Quedar en tu piso para beber con amigos, si no quieres follártelos, y sin montar una bacanal? Que degeneración. Olvidaos del carajillo matutino o de un vaso de cerveza o una copita de Don Simón con la comida de mediodía. Beber es emborracharse, socializar, desfasar, ligar o demostrar que eres un tío duro o un cateto con un altísimo (casi alarmante) índice de consanguinidad.

Cualquier otra opción será rechazada por el americano típico con un comentario airado, mil veces repetido como un mantra porculero y acompañado de un gesto de reprobración: "Es demasiado temprano para beber".