¿Me echábais de menos? Yo también a vosotros. Es decir, a escribir en éste pequeño espacio. Regalaros una de esas disertaciones profundas marcas de la casa, en la que hacemos una disección (en éste caso una vivisección) de lo más profundo de la mentalidad norteamericana a través de sus películas y series.
En éste caso, vamos a inaugurar una nueva serie de entradas, de las que ésta es el primer capítulo. ¿La temática? Una que no tiene desperdicio: las películas y series de género militar que nos llegan de Estados Unidos. Un tema sobre el que podríamos dedicar un blog entero. Sobre el que podrían hacerse (y quizá se han hecho) tesis doctorales.
Como hay muchos palos que tocar, nos vamos a concentrar en ésta entrada en torno a las películas y series ambientadas en la "guerra moderna", desde la Tormenta del Desierto a hoy. Un periodo contemporáneo en el que detectamos como siempre producciones que podemos clasificar en dos grandes grupos:
- Películas y series de propaganda, sufragadas en muchos casos por ramas del propio ejército norteamericano.
- Películas que pretenden darnos una visión más realista y profunda.
Si algo ilumina nuestro corazón son las películas de propaganda. Lo que llamamos afectuosamente "americanada" y que sin embargo siguen vendiendo al resto del mundo en el convencimiento de que todos nosotros, secretamente, deseamos ser norteamericanos. Como rezaba la doctrina del Destino Manifiesto, "En una mano, Dios tiene a los Estados Unidos. En la otra, al resto del mundo esperando ser civilizado por él".
Entre el top ten de los grandes exponentes de la americanada está nuestro ínclito Michael Bay, capaz de implementar una explosión en la caída de un cochecito de bebé y especialista en tramas y toques épicos con sabor (o más bien tufo) a patriotismo del de toda la vida.
Michael siempre recibe apoyo del ejército norteamericano para presentar a sus fuerzas armadas bajo una luz heroica. Y sin embargo, se encuentra ahora en una etapa "de transición" hacia películas más sesudas y humanas, como pasaré a comentar luego. Lo que si hace muy bien es hacerse eco de lo que vamos a calificar como "el rollo táctico".
Una escena clásica de éste nuevo porno militar que es el "rollo táctico". Combatir contra aliens siempre da para mucho.
¿Que es el "rollo táctico"? Es importante que aquí salten nuestras alarmas, pues al parecer ésta manera de pensar impregna toda clase de series, producciones audiovisuales, reportajes, etc. Vamos a definir el "rollo táctico" como la creencia, casi a nivel religioso, de que el éxito de una acción militar (o en la propia vida) se basa en dominar al dedillo una serie de procedimientos "tácticos". ¿Te has dado cuenta de que ahora en las series de polis los tiroteos no son como en la era de Charles Bronson? Ahora todo el mundo actúa muy rápido, con el culo agachado y gritando "Go, go, go!". Todo lo que hacen es táctico, y el verbo ha impregnado el mundo militar. De cartuchera pasamos a "cartuchera táctica" y de caminar con el fusil pasamos a llevarlo ya preparado y asomarse en cada esquina como si te fuera a dar un infarto de miocardio ("caminar en táctico").
Ésta película es auténtico porno para el concepto "rollo táctico". Hasta cuando van al váter a cagar utilizan procedimientos molones.
El rollo táctico impregna todas las pelis y series que podamos echarnos a la cara, y es el nuevo ABC del mundo militar. Y sin embargo, tiene una parte oscura, casi cómica. Vamos a tomar como ejemplo paradigmático la película (ojo, basda en hechos reales) "El último superviviente", protagonizada por Mark Wahlberg. En ella, un grupo de operaciones especiales es mandado a un remoto valle afgano donde ni siquiera funcionan bien las radios. Son pocos, apenas un puñado de hombres, y su misión es localizar y acabar con un líder insurgente talibán (recordemos que la caza del "delincuente", por fútil que sea, sigue incrustada en su mente desde los días de los carteles del Far West).
Ese superequipo SEAL fracasa estrepitosamente en su misión cuando se topa con unos cabreros afganos, y decide no matarles en la creencia de que no alertarán a los malos. Uno de los cabreros, un niño, salta luego como si fuera una cabra de peña en peña para bajar el barranco en menos de un minuto y ya se ha enterado todo Al-Qaeda. De ahí para delante, un mero juego del gato y el ratón donde todo sale mal. La pregunta, antes de iniciar el tiroteo y saberse acorralados es "¿Como han podido llegar hasta aquí tan rápido?". Obviamente, esos cabreros afganos llevan toda su vida pateándose las montañas. Enfrentado a miles de dólares de entrenamiento, uno de los más duros del mundo, y otros tantos de miles en equipamiento, parece que el "rollo táctico" no es la panacea.
Un equipo de SEALs son vencidos por un enemigo del que normalmente se ríen las pelis patrioteras. "Esos tíos con una toalla en la cabeza". Su mejor procedimiento (según la película) fue despeñarse voluntariamente tres veces por sendos barrancos para escapar de los muyahidines.
Pero no sufráis, por que ya hay decenas de películas y series más en las que éste rollo no solo salva el día, si no que constituye un pilar fundamental del poder militar americano. Entre ellas, podemos citar la serie de TNT "The Last Ship", donde todo tiroteo comienza con un absurdo procedimiento táctico innecesario (como atraer el fuego del enemigo o disparar a unas luces) cuando ya se cuenta con el factor sorpresa. ¿No sería mejor disparar a matar desde el principio y sorprender al enemigo? Se ve que eso es una táctica antigua y, por lo tanto, no mola.
The Last Ship: Una de las mayores inquietudes del pueblo norteamericano tras una pandemia apocalíptica es no poder comprar todo lo que quieran y que les racionen la comida con cartillas... por que eso es una cosa comunista (y el vecino, que se joda).
En "Capitán Phillips", también basada en hechos reales, se nos muestra la otra cara de la moneda. Aquí todo sale de rechupete, y los procedimientos de los SEALs vencen a un puñado de piratas somalíes tan flacos que da pena verlos, cuando trataban de escapar en una lancha motora mientras les persigue un destructor hasta las cejas de armas. El capi es rescatado y todos felices por que el sistema funciona y uno puede sentirse a gusto paseándose por el mundo mientras exclama "puedo hacer lo que quiera y vendrán a rescatarme, soy un ciudadano americano".
Una de las películas más impresionantes sobre éste rollo de "salvar al ciudadano americano" y de paso hacer el bien es "Lágrimas del sol", donde salían Bruce Willis y Mónica Belluci. La más moderna, también basada en hechos reales, "13 horas. Los soldados secretos de Bengasi", sobre la que conviene hablar en profundidad... un poco más adelante.
Mientras te cruzas todo el país sacando a una doctora y a un líder político africano del país, haces un alto para detener un pequeño genocidio en un poblado por que... Demonios, eres norteamericano y tienes que tener la superioridad moral en todo momento.
El "rollo táctico" también campa a sus anchas en series como "The Unit" o "The E-Ring", sobre la actividad del Pentágono (una de esas series donde, al estilo de Star Trek o como también vemos en "The last ship", cuando hay que hacer una misión peligrosa y combatir mano a mano los que van a partirse la cara son... el capitán, el primer oficial y toda la plana mayor. Real como la vida misma).
The Unit nos regaló en uno de sus capítulos una visión apocalíptica de Valencia, España, que más bien parecía una colonia de la Mara Salvatrucha en Caracas.
Como hemos dicho antes, otro género digno de análisis es de las series y películas militares "profundas". Suelen retratar hechos realistas o basados en hechos reales. Y sin embargo, por eso mismo, son las más alarmantes debido a ciertos mensajes subyacentes. Mensajes que dan en qué pensar.
La tendencia se inauguró con películas como "Black Hawk derribado" o "Jarhead", y ha proseguido con producciones como "En tierra hostil", "El último superviviente", "American sniper" o la serie de la HBO "Generation Kill".
Buenas reflexiones de una serie realista. Ser marine en Irak: hacer el capullo, ir a donde nadie le importa, jugar con que te pongan una bomba, aguantar a oficiales subnormales y llegar a la conclusión de que el soldado a pie se ha convertido en "un mero operario de máquinas. Se han gastado mucho dinero en entrenarnos para situaciones que no llevamos a cabo. Nuestro trabajo es conducir de un sitio a otro y pegar unos cuantos tiros". Por eso, quizá, Blackwater lo petó tanto
En la promoción de la próxima película bélica española sobre los últimos de Filipinas hay un mensaje promocional, unas líneas que forman parte del guión: "Hay dos clases de soldados: los que quieren volver a casa y los que quieren ganar medallas". La reflexión, legítima por otra parte, se hace eco de la tendencia de las películas norteamericanas, donde la principal preocupación de los protagonistas frente a lo que interpretan como un sinsentido es querer volver a casa, concretamente con su mujer o para trabajar en el Walmart (como sale al final de "En tierra hostil" con un personaje hispano).
¿Que se esconde detrás de ésta mentalidad? Parece que los únicos que van con ganas de pelear a los destinos donde los políticos deciden mandarles son los miembros de regimientos de operaciones especiales, los que ocupan la gran mayoría de las películas y realizan las hazañas, aunque realmente hagan lo mismo que un soldado normal (ir a un sitio, disparar a unos tipos y conducir unos vehículos). La principal misión de un soldado en Irak, Afganistán o cualquier otra misión internacional parece, simple y llanamente, querer volver a casa con su mujer (o su mamá, según proceda).
Ganaremos, llevaremos la democracia a ésta gente (aunque no la quiera). Y todo eso lo haremos pensando siempre en volver a casa y que le den por saco a ésta gente que teóricamente he venido a defender. En realidad, se trata de un paseo militar, querer proteger a los compañeros. Ya no parecen perseguirse motivos elevados, aunque se los use como justificación moral. ¿Está madurando el público americano?
No vamos a meternos con los militares de verdad, que bastante tienen con lo que tienen. Pero he aquí una reflexión a vuelapluma. Mientras que el enemigo de "Black Hawk derribado", "El último superviviente" o "13 horas" tiene un objetivo claro, y no le importa sacrificarse para alcanzarlo, el soldado occidental parece no tener un objetivo tan claro debido al mamoneo de los poderes que le han llevado a estar allí: haciendo patrullas con peligro de bomba o francotirador en un sitio cuya población local está enfadada contigo (y razones tienen) y donde todo te parece un sinsentido. Esos soldados se marchan, y el país queda en manos de esa gente que simplemente tenía un objetivo claro y lo siguió hasta el final. ¿Aterrador, verdad?
13 horas, la película de Michael Bay, nos habla sobre ésto. A pesar de las machadas, el tema de fondo es claro. A los ex-miembros de fuerzas especiales que trabajan de seguratas para la CIA y les toca intentar rescatar a un embajador díscolo y enfrentarse a un jefe tirano (apesta a clichés todo ello), su única preocupación es salir vivos de ahí, marcharse de ese lugar donde hay una guerra que ni le va ni les viene. Regresar a Estados Unidos con sus familias, sus mujeres rubias, sus barbacoas de fin de semana. Y al mundo, entretanto, que le vayan dando.
Grandes perlas en ésta película. "Todos los mercenarios conocen el Jambo ¿?" y "Ojalá viniera un bombardero que arrasara la ciudad para ponerles el miedo a Dios y a los Estados Unidos".
Clichés similares se repiten en éstas películas sin cesar. Los aliados locales son torpes y desmañados, el país de destino es un sinsentido cultural para el visitante yanki, que no debe siquiera esforzarse en comprender todo aquello por que "¿Para qué?", cuando el objetivo es volver a casa y quedarse delante de la estufa.
Hay, al parecer, dos actitudes frente a ésto. Por una parte, los que mantienen la cordura y por lo tanto se concentran en "volver a casa", aunque tengan que visitar el lugar en algún otro "tour más". Incluso la mujer del francotirador más letal le plantea la dicotomía: "o te quedas o cortamos". Por que querer terminar la misión, quedarse allí y seguir peleando hasta el final solo te convierte en un loco potencial, como el protagonista de "En tierra hostil".
Como soy el prota de una película de guerra realista, no quiero volver a Irak para salvar a inocentes de bombas puestas por la insurgencia... Es que soy un loco peligroso y me gusta la adrenalina. No se hacer otra cosa.
Hay, no obstantes, honrosas excepciones a ésta psicosis de guerra, tan premiada y retratada desde "Jarhead". En películas como "La batalla de Haditha" o series como ""Generation kill" se nos enseña una cara más auténticamente realista, oscura y sin edulcorantes, donde hay villanos y héroes tanto dentro del ejército norteamericano como fuera de él.
Hay luz al final del túnel. ¿Está madurando el público norteamericano?, ¿Se está dando cuenta, a pesar de la propaganda, del sinsentido de la misiones en las que se embarca? Hizo falta un Vietnam para agitar la conciencia de una generación y que las siguientes tuvieran que experimentar su propio callejón sin salida para volver a llegar a las mismas conclusiones de clásicos como "Platoon" o "La colina de la hamburguesa".
Como decía Julio Iglesias, "tropecé de nuevo con la misma piedra". Esperemos que sea la última vez, y se vayan extrayendo ya valiosas conclusiones. El problema es que, al parecer, si el mundo, nuestro mundo, decide comenzar a irse por el wc, los estadounidenses tienen claro su nuevo papel en el concierto de las cosas: "he querido ayudarte, pero es muy díficil, así que paso, me vuelvo a mi casa. Que para eso me separa de vosotros un inmenso océano".
Es el propio Michael Bay quien hace ésta reflexión. Las películas de guerra contemporáneas de EEUU basculan entre la propaganda y una aterradora realidad. ¿Que hacemos metiéndonos en esos berenjenales si no estamos luchando por un objetivo claro? Frente a ese sinsentido, el militar solo quiere volver a su casa.